martes, 17 de junio de 2008

El Duelo empieza con el arrepentimiento de la Iglesia

¿Podemos esperar que la gente de Cd. Juárez volteé sus ojos al cielo y clame a Dios en arrepentimiento por salvación? La Biblia nos dice que la gente que no conoce a Cristo está ciega a su verdadera necesidad y que fuera de la gracia que Dios mismo les de, no lo buscarán (Romanos 3:9-11; 2Corintios 4:3-4). Pero si debemos esperar que la Iglesia se mantenga en una actitud de humilde sumisión a su Señor. La Iglesia si debe procurar el rostro de su Dios para indagar las razones de su juicio sobre nuestra ciudad.

¿Y que si nuestro Dios nos dice que está permitiendo esta guerra violenta debido a la abundancia de avaricia y codicia, de inmoralidad y odio que hay en Cd. Juárez y todo México? ¿Puede la Iglesia en integridad dolerse por esos pecados en nuestro País sin primero dolerse por la presencia de esos mismos pecados dentro de sí misma? Claro que no, la iglesia debe reconocer y confesar sus propios pecados primero y así poder después honestamente reconocer los pecados de nuestra comunidad (Mateo 7:1-5; 1Pedro 4:17). Este orden de confesión lo vemos en el ejemplo de Nehemías y también en este pasaje de Daniel:

Daniel 9:13 Como está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad ha venido sobre nosotros, pero no hemos buscado el favor del SEÑOR nuestro Dios, apartándonos de nuestra iniquidad y prestando atención a tu verdad. 14 Por tanto, el SEÑOR ha estado guardando esta calamidad y la ha traído sobre nosotros; porque el SEÑOR nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos obedecido su voz. 15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho un nombre, como hoy se ve, hemos pecado, hemos sido malos. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de tu ciudad, Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.

Daniel, como Nehemías, voltea en intercesión a Dios ante la noticia del mal que ha venido sobre su ciudad amada. Pero, lo primero que hace es reconocer los propios pecados de su pueblo. Primero reconoce que no han buscado el favor de su Dios. Nosotros los Cristianos de Juárez podemos ser culpables de lo mismo. Ante esta situación no hemos buscado el favor de nuestro Dios. En este llamado al duelo por Ciudad Juárez debemos arrepentirnos por nuestra indolencia y desinterés por nuestra ciudad y buscar intensamente el favor de nuestro Dios sobre nosotros y nuestra ciudad.

Pero Daniel dice una cosa muy interesante, liga el buscar el favor de Dios con el apartarse de su iniquidad. O sea que la manera de buscar el favor de Dios empieza con el buscar apartarse de nuestra propia iniquidad. Así es como debe permanecer la iglesia, buscando el favor de Dios pero “prestando atención” a su verdad para ver de qué forma no nos hemos apartado de nuestra propia iniquidad.

Si Dios está juzgando la codicia y avaricia de nuestro pueblo que con tal de controlar el lucrativo tráfico de drogas se enfrasca en una guerra a muerte contra los rivales. O una codicia que le lleva a las autoridades a corromperse por fuertes sumas de dinero. O una codicia y avaricia que hace que muchas empresas crezcan y prosperen beneficiándose con el caudal de dinero del narcotráfico que inunda nuestra ciudad. ¿Acaso no juzgará también la codicia y avaricia de su propio pueblo que corre a edificar sus propias casas mientras que la casa del Señor permanece en ruinas? (Hageo 1:4; Nehemias 13:11-12).

El amor al dinero es un mal que invade no solo al mundo caído, sino a la iglesia también. Así es con todo el pecado. La raíz de cada pecado en nuestra sociedad radica aún en los corazones de los Cristianos y tiene el potencial de salir y contaminar a la iglesia si no permanecemos en una actitud de velar contra ellos. Por ejemplo Jesús nos enseña que el odio entre hermanos equivale al homicidio, que la lujuria equivale al adulterio y que la rebelión equivale a hechicería. (Mateo 6:21-32) Estaba hablando de que los pecados tienen las mismas raíces. El que mata lo hace por odio y en la iglesia puede encontrarse mucho odio. Juicio, y rencor.

Por lo tanto hermanos, lo primero que debemos hacer para hacer duelo y clamar a Dios por nuestra ciudad, es hacer duelo por nuestros propios pecados. Que nos duela que hemos ofendido a nuestro Salvador que dio su vida por nosotros en la cruz. El pagó por nuestros odios y lujurias con su propia sangre. Eso debe dolernos. Acerquémonos en intercesión pero en una actitud de confesión y arrepentimiento por nuestros propios pecados.

1 comentario:

DAFT dijo...

Es vital que inicie en la iglesia ese concientizarnos de nuestros pecados y arrepentirnos de ellos, iniciando en la comprension de que las raices de esos pecados escandalosos que proliferan en nuestra ciudad tienen las mismas raices de nuestros propios pecados, y como los describe Jerry Bridges en su libro "Pecados Respetables", que estos pecados que toleramos, ofenden a Dios por igual que los escandalosos. Ahora este duelo por nuestro pecado creo que no se debe limitar a una parte del cuerpo de Cristo en la ciudad como lo es Gracia Soberana, más bien esto es pertinente que se generalize a todos los que conformamos el cuerpo de Cristo en la ciudad, y que el motivo fundamental de este duelo sea que estemos dolidos por la ofensa a nuestro Dios por el pecado de todos los que habitamos la ciudad, más que por ver nuevamente tiempos de aparente calma en la ciudad, porque tal motivo da evidencia de que nuestro amor por Dios y el projimo, esta tan distante como ver resuelto el mismo problema en nuestra ciudad.